CAMINANDO
[127]
Hasta
con el pensamiento podemos caminar
¡por
ahí estaba!, me enredé entre las hojas de colores,
las
he detallado una a una, y parecen joyas que resucitarán,
serán
grama verde, lirios blancos, rosas perfumadas…
El
encanto de cada grano de arena, /del cual seré parte alguna vez
la
maravilla de una rama seca, en donde anidan carpinteros;
los
enjambres de abejas, sus panales…
Sigo
caminando... tropecé con una roca, tenía forma, historia…
Me
relata del camino, de la voluntad, de la fuerza.
Tiene
biografía de sabio, miles de almas se conjugaron en granos de arena
para
convertirse en la callada matrona del sendero,
del
cruce de la montaña,
en
donde a veces tropezamos por alguna razón
y
otras, en donde emergen orquídeas y se regala un silencio,
una
promesa de amor, a través de labios húmedos y salinos.
Puedo
descubrir tantas cosas!... ¡que no me perturbe el mundo!
Que
lenguas ociosas no se atraviesen, que
pueda esquivarlas,
son
espadas peligrosas, y debo buscar la gracia del paisaje…
A ratos
descanso sobre un tronco,
¡qué
hermosuras anidaron en sus ramas!
Cuántas
mariposas pudieron ser, por su gracia,
y
fueron tantas las promesas tejidas bajo sus hojas,
junto
a ese abrigo silencioso de un tronco derribado
que
alabar es poco para tan divino tocado.
Todo
es fantasía en medio de la nada…
¿Qué
soy?... no me entretengo en saberlo…
Puedo
ser una oruga que acaba de abrir los ojos
que
extiende sus alas a un despertar,
y
que ha descubierto, que al parpadeo,
será
un cóndor con alas de cristal
que
desea volar y perseguir el viento.
Entonces
descubro el infinito a donde iré.
¡Tan
azul profundo todo!, ¡tan de gamas, translúcidas y mágicas!
No
puedo tocar las nubes, pero puedo sentir frío y calor,
no
puedo tocar el aire, pero es quien me anima a continuar…
Entonces
empieza a palpitar el corazón…
¿Cuál
será el nido de mi alma?
Creo
que debe estar en mi cerebro
o
en el soplo primero y final, en el aura…
Doblo
las rodillas ante ese Dios magnífico
que
me regaló la savia y el prodigio del ser,
de
resucitar cada instante
pareciendo
la hoja, que acaba de nacer.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
noviembre 4/13
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