A
UN ÁRBOL [139]
A
ti compañero de camino
que
tantas cosas has visto,
a quien
demasiado hieren y castigan
con
la espada de la ambición,
mutilando
tu preciosa vida.
A
ti que sirves para guardar la muerte
con
tus alas verdes siempre abiertas,
al
frescor cobijando miles de vidas,
sueños
que despiertan cada día
declamando
oraciones en tus ramas,
pero
alguien decide que no serás
y
sin dolor te causa mil heridas.
¡Qué
vano es todo…!
Me
abrazo de tu fuerte talle
pero
al verte, como un Señor caído,
adivino
a un crucificado,
como
tantos hombres que pasaron como tú
siendo
robles, ceibas, caballeros del bosque,
reyes
de la montaña,
más
el ruido de un arma truncó sueños
y
desprendió ramas sin permiso.
Vamos
los dos, unidos algún día,
serás
mi compañero de mi viaje final.
Volveremos
a la tierra, desnudos y fríos,
con
un tallado de hojas en tu vientre,
yo,
con un vestido blanco,
y
unas rosas rojas.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
noviembre 1/13
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