PARA
MI AMOR [50]
Estaba
lista para morder la fruta,
un
antojo viejo de labios,
seda
de una piel desconocida,
el
duro que se escondía en algún sitio
unido
al compás de una cintura...
Estaba
preparada para él,
sin
más atoro que mis ganas,
ni
más impaciencia que un perfume
donde
las pocas fragancias de mi cuerpo
eran
de voz impronunciable, de suspiros...
Sabía
que era la torre buscada,
era
sueño que se atoraba en las estrellas,
el
pasar de saliva si veía su imagen,
retrato
de mentiras en mi blanca pared
y
éste agudo dolor de versos.
Pero
me antojé,
su
espada estaba en mí,
el
temblor de siempre se apagó con un gemido,
las
marionetas de la noche se escondieron;
pero
luciérnagas celosas,
temblaban
a mi oído.
El
Serbio lo sabía...
Que
un amor como el mío era imposible,
ninguna
mujer ni en éste, ni otro estado,
así
las tuviera todas a sus pies
lo
haría tan feliz, /esto soñé.
Conmigo
había encontrado más que alivio,
la
paz de unas manos,/parecían alas de paloma
que
se deslizaban sin miedo por su ombligo,
y
saboreaban toda la miel,
que
el engaño había consumido.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
octubre/13
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