PARA EL SERBIO [31]
Yo
aquí,
pensando
en la montaña de tu vientre,
acomplejada
de
éste inmenso ardor
que
me acompaña,
inmersa
en el azul de tus brillantes ojos.
Creí
subir y bajar por tus cuestas...
Ser
la depravada en tus montañas
y
llegar a la cúspide contigo.
Me
atuve al perfume
que
extraviaba mis sentidos,
a
ese olor tuyo de hombre de sexo embebido
cuando
para mí ni las sobras...
Y
yo aquí...
Viendo
hacia no sé dónde,
tan
creída de la vida
imaginaba
ser tu amante esposa,
tan
ilusionada en el amor,
pero
pasó el tiempo
y
la púrpura rosa se deshojó,
en
éste largo invierno.
Más
nada temo...
Levanté
el rostro de nuevo.
Ceñí
un poco mi cintura
y
coloqué rubor a mi pálido rostro.
Mis
labios se tornaron de rosas intensos,
mis
ojos recuperaron el brillo agotado,
y
me lancé,
con
el ardor que me quedaba,
a
componer versos
y
a ser amante del viento.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
octubre 23/13
No hay comentarios:
Publicar un comentario