Sábado, 12 de octubre de 2013
POETAS/A
Pablo Rueda [74]
Pablo
en paseo.
Quise
buscar un poeta y me dirigí a la esquina;
estaba
Dandy con sus pies abiertos, y sus ojos negros.
Tenía
un brillo que no sabía si era de llanto atorado
o
hambre curtida.
Y
continué viendo unas palomas llevadas por la brisa,
la
gente ociosa que las espanta, que las oprime.
Dije
que eran poetas del cielo que bajan un instante
para
acompañar un rato,
y
armar en los balcones sus pequeños nidos.
Y
de poetas estaba llena la calle…
El
pájaro enjaulado, que a pesar de todo trinaba,
el
perro callejero “Diente” que a todo macho le arrimaba,
arrancando
pedazos de cuero,
para
que comprendieran
qué
él era el chacho poeta de todos los perros.
Desnudé
un poema, le quité los calzones curtidos,
le
arranqué un sostén que tapaba unas garras largas
para
verlo tan simple y tan grácil
cual
si de amor murieran las cigarras.
Conocí
a un poeta que me llena de amores…
Viene
como una luz suave sobre mi ventana.
Se
antoja en viajar, en desaparecer,
cuando
creía que el amor era cierto,
figurando
un poema sobre la mesa
con
un cristal lleno de rosas
que
se volvió pavesas.
Todos
los poetas van y vienen…
Se
arriman los labios, se tocan las manos,
se
ocultan bajo un árbol a brindar sus amores.
En
versos declaman sus hambres del día,
que
en elegías se convierten, en largos poemas,
con
éste caminar intenso de la vida.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
octubre 12/13
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