LA
HIJA DEL AGUIRRE 1 [52]
Alguna
razón hay en la vida, para las cosas, ahí estaba de nuevo, pegada de la reja
oxidada, con el corazón en la mano, pensando: ¿qué clase de amistades tiene mi
hija, que de a poco me la están robando?...
Ayer
eran las 5 am y llegaba a casa, como si nada, con su sonrisa burlona y la vieja
estúpida sólo atinaba a decir: ¿qué cosas tan terribles hice en mi vida? ¿qué
mal ejemplo le he dado a mis hijos, para que no tenga derecho ni a un sueño
tranquilo?... Y miles de cosas, de pensamientos alocados, cercanos, o lejos de
una realidad, que afrontamos muchos padres, se venían a mi mente...
¿Qué
es lo que tanto te enreda en la calle?... ¿quiénes son esas personas que valen
para ti más, que la tranquilidad de un hogar? Mañana no sabré si pueda
acompañarte o darte un consejo, porque nada de lo que hago, parece tener valor
alguno...
La
hija del Aguirre tiene alas muy largas,
me ha tocado lidiar sola con la crianza de mis hijos, mientras el padre corre
detrás de las vacas del camino, de las mariposas de colores, y se llena de ira
cuando llega a casa... Le duele el mercado que trae, su familia no merece siquiera
un poco de amor, pareciera tener un
corazón tan duro como la roca.
Aquí
estoy de nuevo, la luz del día se encuentra con mis ojos pegados de una
ventana, la luna me es ajena, y se vuelven añejas las quejas como la puta
cortesana que deambula detrás de los hombres, para dañar sus hogares, y la
luna, puta de todos los poetas pero sin amante, que tan parecida a mí,
pareciera soñar con un día, donde sea ella el sol y el astro ocupe su lugar en
las noches.
Atenta
a las amistades de la calle, ellas te voltearán la espalda cuando no tengas
nada que ofrecerles, mientras tanto, estaré aquí, pidiendo luz al cielo para
saber en qué he fallado, y cuál es la razón de éste agudo dolor en el pecho, y
éstas ganas de llorar que me asisten.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
octubre 21/13
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