DE
CORALES [28]
Con
mi vestido rojo,
los
corales en el cielo extendidos,
recorrí
de nuevo el sendero
allanando
del vértigo mi destino.
A
paso lento voy llegando
¿A
quién buscaré cuando te pierda?
¿Tendrá
mi alma, alas de seda escarlata,
y
podré volar como las garzas?
A un
paso del precipicio,
a
donde se eleva el pensamiento pasajero;
abre
el corazón ante mi duelo
y
extiende la lisonja de tus manos,
para
buscar el arroyuelo fresco
en
donde escurran mis perlas
por
tus labios.
Salobre
vida,
aquí
la maravilla acaba,
el
dolor quebranta y las espinas duelen,
más
todo se mezcla
entre
las pavesas del camino,
o
todo nos acerca a ese fin tan merecido,
si
la torre es alcanzada cuando mueres,
y
resucitas en un barco nuevo
lejos
del mar o cerca del infierno.
Pero
nada temo…
Viví
a la sombra del camino;
descubrí
el brillo de las amapolas
y
los rosales se tiñeron de escarlata,
cuando
creí morir entre tus brazos.
Pero
el amor se alejó
sin
ser destino,
sin
ser amarra ni sueño,
para
buscar en otro invierno
gotas
de sal en brillantes ojos,
y
caricias de mentiras
en
otras manos.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
octubre 21/13
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