lunes, 7 de octubre de 2013

AQUÍ VOY [107]

AQUÍ VOY [107]

¡Déjame ir!,
no me llores porque me detengo a verte.

Permite que remonte a la montaña más azul,
hacia un camino de todos los celestes...

No me atajes, aquí nada duele...
No arde mi piel ni me atormenta el delirio,
no hay fantasmas que me acosen,
sólo la brisa...

Permite que me acerque al iris de sus ojos...
¡Son tan blancas sus manos!

Un poco más arriba, el verbo tiene aroma,
un aroma que roba mis lágrimas
y las convierte en manantiales.

Déjame ir... ¡estoy cansada!
Más arriba de todo hay una madre y un padre,
tengo una casita dorada llena de  aves
de todos los pájaros de colores
que ayer regresaron...

Estaré por ahí, rondando tu casa,
seré una blanca paloma, una garza.

O pueda ser que en cualquier primavera
sea una mariposa de variados colores,
o tal vez  una golondrina, armando un nido
cerca de tu ventana.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 5/13



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