miércoles, 25 de septiembre de 2013

NO HAY LAGO [32]


NO HAY LAGO [32]

Las perlas de tu lago azul es lo que espero,
confundirme en tus aguas mansas,
caminar  de tu mano, hoy, mañana,
cuando  la lluvia torne tan fresca,
que mis ojos no llorarán.

No existe otro lago más que tu mirada;
hacia tus claras aguas me lleva la luz poderosa,
como ese poco de estrellas  
confundidas con las llamas
esa luciérnaga,
que se aferra a la cornisa de mi casa.

Aguarda, ¡ten paciencia!…
Llegará un azulejo pronto hasta tu árbol;
buscará un campo  nuevo, una primavera diferente.
Enredaderas de colores verán tus ojos
en medio del calor y el ruido de la tarde.

¡Valió la pena el dolor!…
Valieron las rocas  del camino,
por algo los cardos tienen espinas,
si finalmente seré testigo de su amor interior.

Por alguna razón lloré tanto
en medio de una soledad infinita,
para que tu voz quedara atrapada con el viento
y en medio de un poema a mi madre, llegaras,
por aquéllas cosas tan extrañas de la vida.

Existe una razón, un mensaje en secreto,
a Él me acerco día a día, hacia su fuerza proclamo,
como lo hace una flor marchita en su despedida,
para ser feliz a pesar del verano.

¡Primavera!, que no marche la felicidad de nuevo;
que no tañan las campanas cuando más felices,
que no se agolpen los ojos con cascadas de sal
y pueda contemplar el iris, pensando que ella está,
para cruzar El Magdalena junto a  su mirada,
y verte a ti, a mi lado, adivinando  cometas en el cielo
para  alcanzar mi  estrella fugaz, jugando con la brisa.

No existe lago para mí más que tú mirada,
ni tristeza más grande que no verte,
ni suspiro más profundo que perderte,
ni lucero más amado que tu estampa.

Cuando te vea venir
sabrás que mi rostro estará encendido
como los bosques ansiosos de rocío,
y el astro divino,
al salir de las montañas.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 25/13





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