NADA [82]
Hoy nada sale,
¿repite un día sus cantares?
el sonido de unas llaves,
una despedida pálida, sin un beso,
gritos que amanecen también añejos
y unos lanudos a mis pies
viéndome
a los ojos.
Las mismas greñas plateadas, me piden pinte.
Pero es que el día y la noche parecen iguales,
no cambia el sol su cabellera dorada para
brillar,
pero la vanidosa luna, de vez en cuando adorna
su cabeza;
se achica, se agranda,
se vuelve una doncella con falda brillante,
una gacela que parece correr detrás de nubes
pintadas,
soy quien lo hace, y me quedo sin nada.
¡No te quejes que lo vuelves costumbre!,
/dice alguien que está con la seguridad de las
comodidades
¡no llores tanto que envejeces al llorar!,
/lo pronuncia quien no ha perdido a un hijo,
o no ha visto sangre
riachuelos vivos, bajo sus pies.
Y en esto pasa el tiempo invocando siempre
algo,
para quedarse el atoro colgado del cuello.
Desaparecen a lo lejos las garzas blancas
como pequeños puntos en el universo.
De nuevo, al ver hacia cualquier sitio,
un motivo me impulsa,
el arduo trabajo del día a día,
los desengaños,
las agonías de un despertar
que a veces queremos teñir de colores,
mientras escuchamos un cantor prisionero.
Pero, ¿para qué nos quejamos?
Tal vez, buscamos un abrazo de alguien,
o estamos necesitados de un beso,
o simplemente una voz de aliento…
No en vano son cortadas las rosas,
ni en vano desangran los dedos con sus espinas,
pero en mi alameda,
donde sueño que mis árboles florecen
y una colcha de flores me espera,
ahí me quedo.
Callo para iniciar la jornada
y dejo que las gotas de mis tejas
no sean vistas por otros, /para que no
reclamen
y no reciba sus ultrajes,
en vez de un abrazo.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 16/13
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