MANOS DE RAFAEL [63]
Bonitas tus manos, merecen un poema, lindas
porque saben crear imágenes, sombras, detalles para otros, así como el roble
nos regala cada otoño su deshoje, y al momento, flores incontables, al instante
sus frutos y semillas, para retornar ante la lluvia a ser como un joven, tan lleno
de hojas frescas, que nos conmovemos
ante sus maravillas, y nuevos brotes bajo sus plantas.
Maravillosas porque han labrado caminos a
punta de gotas de lluvia, caminante que has dejado huellas de amor y paz, y por
cada retazo de cielo, has pintado un sueño, lo has descubierto con el vuelo de
las gaviotas al recibir bocados y
cariños lanzados al viento.
Me gustaron porque son manos de artesano, se
queman para formar un rostro lleno de vida, una imagen que nos dirá muchos
secretos, y entre todos, el de una pequeña hormiga, la mejor de todas las
historias del camino, donde un viejo me contaba, lo que ellas le decían.
Las manos saben de amor, conocen cada rincón,
descubren cada latido del corazón, y nacieron para sembrar no sólo caricias,
para abrazar nuestro propio cuerpo en medio de la soledad, y se dejan llevar
como invisibles hadas de colores hacia nuestros mágicos mundos, donde queremos
cambiar el odio por la paz.
Una letra escriben tus manos siempre con
bondad, y de cada una se recoge de su siembra, con la abundancia de una vida,
una historia que al paso del tiempo nos vuelve como los vinos añejos: ¡mejores!...
sin importar las penas o las heridas del ayer, sin interesar cuántos pisotearon
nuestra cosecha, para finalmente verla florecer.
A tus manos dedico un poema Rafael, pues
merecen ser conocidas porque son las creadoras de tus obras.
Benditas manos, porque están juntas, porque la
vida nos regaló el don de mantenerlas para que fueran enredadera entre los
robles, y ardientes cascadas ante el beso de una mujer.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 18/13
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