domingo, 15 de septiembre de 2013

LA LLUVIA DE LA TARDE [90]


LA LLUVIA DE LA TARDE [90]

Les dije que confiaría en el aguacero de la tarde,
tan arrogante y hermoso, un potro salvaje que mañana me enseñará
prados verdes, y luces encendidas.

Escucharé temprano a los papayeros, las maría mulata estarán enloquecidas buscando cariños, y yo de nuevo, con la misma sazón del día, el mismo sabor agridulce, más presiento un mañana fabuloso.

Dormiré más de la cuenta, espero mis niños lo hagan sin miedo en el patio, pues ellos también se asustan, lloran y chillan, pero debo cuidar mi salud, permitir cada cosa en su lugar y abonar terreno para sembrar semillas.

Ya casi pido a la reina María, que quite el velo de mis ojos y descubra una verdad, ya casi las cadenas se rompen, y podré ver los días con más sosiego,  permitiré un descanso bajo mi árbol amado, viendo a las palomas buscar un cariño, pues los pichones están por nacer, desnudos y pequeños, frágiles como nuestra propia existencia.

¡Escuchen el susurro de la brisa!, las gotas de rocío por miles, bajan sin descanso, y nos hablan del inmenso amor de Dios.

Siento como si una hoguera estuviese encendida, al cerrar los ojos parece una llamarada sobre la montaña, pero al abrirlos, descubro la paz que baja desde el cielo, y mitiga la sed de los caminantes.

Espero mañana a los descalzos sin heridas, a las casas con sus techos abrigados, a los ancianos en cualquier rincón, en una esquina, arropados con las miserias y los desechos de otros, pero es divino saber que estarán  tibios,  esperando el calor de un agua de hierbas, un café o una mirada…

Un Dandy mugriento,  lo espero mañana en mi ventana con su mueca sonrisa, sin saber cómo pasó la noche, y  a pesar de su aparente pobreza material, es un sabio caminante de ojos negros, tan curtidos como sus arrugados senderos…

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 11/13 

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