FLORECEN LOS CARDOS L3R [137]
Un
despertar hermoso, ver florecer los cardos
sin
importar si es verano una eterna
primavera,
y
los encontré virando hacia el sol de sus mañanas
con
púrpuras brillantes que brotaban del alma.
Vi
florecer los cardos ante una lluvia de ojos;
sus
espinas fueron dagas en un ayer silencioso,
repitieron
los días un húmedo corazón
que
con su tierno verdor, eternizó en una flor,
aquéllos
duros tiempos de dagas y mortajas
para
proteger a su dueña.
Vino
una abeja pequeña a llenar de dulzor
y
entre sus patitas llevó, oro puro a otro desierto,
duplicó
sus espinas sin doblegarse ante el sol
sino
que rendida quedó, al ofrecer otras flores
en
tan irrepetibles momentos.
Cuando
florecen los cardos, parece que vinieras tú,
alguien
una daga clavó en tu amante pecho
y
de allí brotaron púrpuras flores,
que
robaron tu aliento
mientras
quedó el aposento a tus aromas rendido,
y
me quedé viendo a tus ojos de un verdor infinito
entregando
a la nada,
tu
amado crucifijo.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
septiembre 3/13
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