EL
DUELO [143]
Se
apuestan las cabezas
de
atorrantes peleadores,
y
vayan a ver señores,
¿por
mí quien canta una apuesta?
Por
lo que es con ésta,
todavía
no ha nacido
hombre
muy bien parecido
que
se sienta vencedor
sin
ajustar las cuentas.
Y
en una caja de madera
de
buen pino tapizado,
llevan
con buen candado
dos
enormes fusiles.
El
uno tiene rostro de dama,
el
otro de macho empedernido,
y
bajo un acolchado púrpura,
parece
que están dormidos.
Se
dio una hora,
¡sería
a las 10!,
pero
ajustando a las 3.
El
peleador no ha venido,
y
tal vez pensando en mañana
y
en el tiempo que le falta,
ha
encontrado un nuevo nido
para
correrme la apuesta.
¡Canten
señores!...
¿Será
una mujer vencida
por
una lidia de amores?
Vayan
pues, tomen asiento,
en
tanto inicia el jumento
su
torpe rebuzno
busco
letras que se han quedado
en
un viejo aposento.
Por
si termina el cuento
me
amarro bien las polainas,
¡Por
si las botas!,
¡Por
si las espuelas!
Soñando
en Orihuela
con
viejos pensadores,
tal
vez mato a plomo sinsabores
y
así me ajusto la vida.
¡Vaya
y lo traen aquí!,
que
quiero contarle un cuento
donde
una mujer sin lamento
busca
una buena razón
para
jalar el gatillo
y
con un par de versos
acabar
a éste zurrón.
Pero
ante tal valentía,
que
ahora ya son las cuatro,
creo
que de aquel muchacho,
no
queda ni el cartabón.
¡Qué
pesar!...
¡Gran
desilusión!
Acabar
con tan bello amor
cuando
aún no había iniciado.
Preparen
pues el asado
que
habrá chicha y chicharrón,
traigan
yuca y mojicón
para
envainar con pescado,
y
por si alguna ha quedado
en
mala situación,
¡que
venga con buena razón!,
¡a
probar de mi bocado!
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
septiembre 2/13
No hay comentarios:
Publicar un comentario