domingo, 22 de septiembre de 2013

CON LOS OJOS CERRADOS [42]

CON LOS OJOS CERRADOS [42]

Con los ojos cerrados,
viendo hacia un bosque de rojo color,
parecía no haber vegetación,
y un caballo imaginaba tener alas.

El cosmos me llama,
me invita a un verso recitar,
a soñar entre praderas verdes.

Lanzo mis ancas por entre grises caminos,
pero el trigo se ha secado
y llega una promesa
de pan tibio acabado de hornear,
sobre la mesa.

Una mariposa monarca con sus preciosas pecas,
entre una hoja pálida
parece degustar miel de un panal,
y a lo lejos, un pichón de cualquier ave
con su enorme pico,
que al abrirlo ante el suspiro de su madre,
al florecer como un lirio, me hace llorar.

Una rosa perfumada con su mágico aleteo
y su gracioso piar,
asoma entre los verdes gajos
de un hermoso pinar.

Afelpados cachorros
en un rincón del tiempo,
muestran su rostro un poco asustados.
Desean música de arpas y sonidos breves,
junto a ranas gordas y flacas
que los ven con inquietud
y ante un salto desaparecen.

¡Dame un beso!,
me antojo de nuevo de tus labios…
Tengo deseos de tu sonrisa junto a mi almohada,
me dan ganas de tocar las flores  de tu pecho
y deseo recorrer la llanura de tu vientre,
sin pensar en más.

Se esfuma el dolor, así toda vana alegría,
más ahora me importa sonreír y esperar,
en tanto la melodía recorre la piel
con ese rayo eléctrico
de una mano enredada en la mía
y una caricia que me hace desvanecer.

Un oso trepa sobre las ramas,
parecen niños de mirada inquieta,
aroman a eucalipto, tienen el afán de bendecir
y corren, como por un sendero descalzo,
buscando entre el cielo un árbol fresco
para trepar y trepar hasta las nubes,
y danzar en algodonado techo,
con espumosas y frágiles lágrimas de un día.

Un gato montés diviso bajo sus ramas,
sus ojos se desperdician en su vida,
no quiere verlo crecer,
pero una gajo providencia
pareciendo un rayo le ilumina,
y lo vuelve a enceguecer.

¡Apártate!... /suplica el gorrión
¡Aléjate!... /ruega el perezoso
Y al fin, con la impaciencia de esperar,
paso a paso, gana la clemencia,
al partir el gato montés sin aguardar más.


Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 22/13

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