domingo, 15 de septiembre de 2013

CARDOS ENCENDIDOS [87]

CARDOS ENCENDIDOS [87]

Paseando por ahí, viendo los afanes de otros, buscando entre el dolor una esperanza; me puse a detallar una que otra flor, pero me quedé en un rincón del tiempo, aquí las espinas acusaban, como una corona sobre la frente de alguien, y a pesar de todo, la vida, con ese color encendido, el rojo fuego que brota de las venas, se proclamaba rey después del sufrimiento.

Mis cardos del camino, no son tan fuertes las espinas, las vamos sacando de a una, quedando leves cicatrices que me permiten continuar livianamente, en medio de un sendero escabroso, donde agotamos los recursos para continuar un día más.

Alguien lucha por la vida, dejamos a un cardo por siempre herido, la tarea, unas manos blancas revisan nuestros ojos; se pasean por el jardín vida de cada uno de nosotros, nos reprende un poco, para que caminemos hacia ese sendero del bien, con la promesa de una sonrisa o una lágrima.

¡Desnuda mi corazón mi violeta amada!, una llama parpadea ante la brisa, un ventilador se empeña como alas de colibrí sobre las flores, y esa angustia de siempre nos persigue, cuando una sombra se cierne sobre nuestras cabezas; pero airosos, confiamos en ese poder inmenso, el que todo lo puede y sana, quien escucha sin que pronunciemos palabra, y bendice el agua que llevamos a la boca.

Voy con todos, he aprendido que amar es válido, que perdonar es la razón; pero un tres no es suficiente, espero mi cartilla con números de ventaja, donde sea mejor cada día como ser humano, y al doblar las rodillas no me duela nada, y al acariciar un rostro dolido, tome todo ese sufrimiento,  multiplique las flores en el huerto y saque las espinas del corazón.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 9/13


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