YO TAMBIÉN [144]
Recuerdo de sus manos arrugadas
agujas punzantes en sus dedos,
y recuerdo de viejas madrugadas
con el corazón alegre de gorrión
recibiendo sus consuelos.
Sus remiendos son la vida misma,
sus pocas alegrías,
que para ella eran todo,
mi abeja cantora y divina
mi ángel en su vieja silla descansada.
También rememoro sus orquídeas,
tenían su olor, a eterna primavera.
Sus flores conocían de sus manos
y gajos preciosos le donaban.
De su hombro un toche,
de sus silbos de continuo
un mirlo cantor en su ventana
aprendiendo lecciones de vida,
donde el amor era su don
y amar su ventaja.
Y la recuerdo en la cocina
con las inmensas ollas preparadas,
heridas muchas, sanaba con besos y sonrisas;
sus rincones escondidos
donde también lloraba.
De su última mandarina sólo un tajo
que desgranó ante mis ojos,
silenciosa y cansada...
Del último poema declamado
¿quieres que hablemos? /me dice con voz apagada
Está bien... empieza...
y ante mi sorpresa,
con deseos incontenibles de abrazarla
lo recitó... de principio a fin,
como su elegía final
que se quedó conmigo.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 1/13
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