ES VERDAD [126]
Es verdad, desde que permití, que las sombras oscuras salieran de mi vida,
una nueva luz me llena de alegría, y es el fulgor de los ojos divinos de mi Jefe, que se
quedaron para siempre en mí.
Haz la prueba y verás, y sí te quiero, perdono
una y mil veces y pido perdón también, a quien haya herido, o causado alguna
tristeza.
Desde que inicié a ver las flores del campo y
descubrir ese perfume mágico en cada una de ellas, me di cuenta que también
tienen alma, y su alma es su aroma invisible que se da a todos sin egoísmo, pero
no dejará ver jamás cómo hace una flor para aromar ni un ruiseñor para cantar.
También pude descubrir a Dios en cada persona
que pasa por mi lado, me propuse ser mejor cada día, soy un rollo de mujer,
algunas veces triste, otras feliz, una loca completa, pero me di cuenta que
también soy obra de Dios, como cada hoja y cada mirada, y entonces empecé por
aceptarme como soy, por amarme también y llenar mi alma de cosas buenas, leer
poemas hermosos de amor y transmitir a otros todo lo maravilloso que pueda
tener, en un interior resquebrajado, pero recuperado por la fantasía de vivir,
cada segundo, como el último.
Antes odiaba, tenía mucha rabia por quienes me
quitaban lo mío, por quienes amaban lo que creía me pertenecía, pero dije que
no, todo llega por la mano invisible de mi Rey, y por su mano marcha también,
dije: ¡fuera odio!, muera el resentimiento, y empecé a sanar.
Ahora llevo una maleta muy liviana, me siento aquí, y siempre hay una sonrisa en
mis labios, empañada tal vez por un rosario de lágrimas, cuando pienso en
tantas cosas malas que pasan cada segundo, y en la marcha de Anderson, tan
joven y hermoso, en mi madre divina, en mi hermano, en cada roca que nos
espera, y también digo: ¡Gracias Dios mío!, porque estoy aquí, hablando y
escribiendo, viviendo y respirando de tu perfume que es como un huerto lleno de
flores encendidas, y dejo de llorar, para bendecir el hecho de existir, y advertir tantas cosas
bellas que me has dado, sin merecer, las espinas me dan la oportunidad de saber
que siento y puedo seguir perdonando, entre más perdone, más rocas voy dejando
en el camino y me vuelvo liviana, cometa pequeña volando en el viento al antojo
de la reina brisa.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 12 /13
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