martes, 6 de agosto de 2013

ERASE OTRA VEZ [116]

ÉRASE OTRA VEZ [116]

Érase una vez, en un bosque solitario,
cuando la brisa fresca, olor a pino silvestre, las orquídeas,
un toche cantor sobre las ramas...

Ese día, escuché trinar los sinsontes,
estaban ocupados, pero aun así algarabía,
¡tan felices los veía!,
tanto, que mi corazón inició una danza,
parecía un tambor bajo la lluvia...

Inicié una historia,
aquí la flauta tenía un alma limpia,
su aura con alas invisibles llegó a tu ventana...

¿Qué haces alma?...
¿Qué buscas en mi cristalera abierta? –preguntaste-
Ella enmudeció, no respondía nada y me observaba,
tal vez esperaba una respuesta, pero no la hallaba…

Salí apresurada, pero había marchado...
Se ocultaba en un ropaje azul,
perseguí la sombra entre los juncos
y la reencontré escondida junto a un loto solitario.

Vagaba en oscuras aguas, tenía gracia y belleza;
de tonos rosa, pasó al dorado, y se tornó violeta,
tan apacible y sola la veía,
que un colibrí se enterneció…

¡Ven acá, princesa!, te dejaré el ruido de mis alas,
sentirás mi amor dentro de tu cofre dorado
y me regalarás esa miel exquisita que tú guardas.

Tampoco respondió nada Flor de Loto…
Muchas veces la vi así… -con miedo a contar cada historia
Pero ahora el miedo desapareció,
cuando el colibrí le dejó un beso
y ella se tornó de púrpuras,
y escondió su rostro bajo una rama.

Ya vendrá un mañana, pero soy feliz en mi lago
aquí todo brilla a pesar de todo…
Puedo multiplicar mis razones para vivir,
escuchar los trinos, y el sonido de una hoja al caer.

Un frondoso árbol me arropa…
El cambio de las estaciones es magia plena,
admito que la vida es una película,
hay dolor para nacer y para morir,  
y  la música es la voz de Dios…

Me di cuenta que alma era todo lo que existía…
No podía haber nada, ni nadie que no la tuviera.

Éramos un solo círculo en un mundo redondo tal vez,
una brizna bordada en el cerebro,
una madeja de hilos de colores
tejedores de historias, como pequeñas arañas,
cada una en su huerto,
tan ajeno y  propio como la vida misma.

Cerré la ventana, y descubrí la tuya abierta…
Una mariposa blanca se enredó con una dorada;
se estrellaron en ese cristal lleno de sueños
y decidí entonces, abrir la mía de nuevo
para que todas las almas estuvieran juntas
en el mismo jardín soñado,
sin estrellarse nunca.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 6/13  



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