martes, 27 de agosto de 2013

CAMPESINOS DE COLOMBIA [12]

CAMPESINOS DE COLOMBIA [12]

El día fue para ellos, quienes proveen nuestro alimento diario, madrugan con el sol, se curten la piel y se rajan los dedos, pero lo hacen con una sonrisa en los labios y una carranga en el corazón.


 Mis niños atropellados y abusados, mañana será otro día de lucha... muchos tal vez hayan marchado, les tocó ser las ovejas, para que se apaciente el lobo.



Mis amores de tristes miradas, sin esperanza, atribulados y reunidos en medio de una inmensa olla de agua de panela caliente,  ¡no estén tristes!, el dolor que pareciera ser eterno, en algún momento pasará, así el agua fresca de una quebrada besa los guijarros al pasar.



La certeza es que Dios existe, no en el corazón de quienes nos abusan a diario, sino en el alma de la montaña, esos cerros de Colombia que tantas miradas de ambición tienen, ¡les brillan los ojos por las cascadas, por la madera!, les brillan por tan hermoso paraíso lleno de flores y aves, que destruirán, para sacar el corazón a mi madre y las esmeraldas de sus ojos, y tantos minerales, para dejar sólo huecos que serán las tumbas del mañana.



Pero nadie se irá de aquí sin pagar por sus fechorías, hasta último momento la conciencia atacará, y será ella quien los condenará a ese infierno creado por ellos mismos, en alguna caverna oscura en su propia misteriosa existencia, tan improductiva en amor, que no fue semilla para el paraíso, ni abono para la tierra.

Alabanzas a Dios, me parece escucharlos, viví muchos años sus historias de terror y dolor, conozco de cerca su problemática, pero desde mi cocina sólo puedo orar, bendecir y procurar no gastar mi dinero en tonterías para llenar mi casa de vanidades, pero sí comprar de sus cosechas, que germinan cual gotas de rocío desde sus ojos heridos.


Que el Dios de la vida voltee su rostro y conmueva esos duros y arrogantes corazones, en tanto cada uno de nosotros nos comprometemos a ser partícipes en sus luchas, que parecieran no tener fin. 



El limonar estará lleno de azahares, ¡mañana!... 

Raquel Rueda Bohórquez


Barranquilla, agosto/13



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