BRINDIS [63]
¿Repetiremos
alguna vez éste nuevo día?
El mar
está bullicioso, antojado de cielo azul,
irrepetibles olas llegan a una ardiente playa,
que con
paciencia espera el mágico sonido
tan
escondido, tan triste a ratos,
pero
lleno de sal de vida de nuestro hoy.
No
regresará el ayer,
nunca
los pasos del caminante
que a
la vera del camino descansó...
Las
estrellas no son las mismas,
cada
día un lucero brillante asoma
y llena
de piedras azules el cielo,
prisioneras de lágrimas azules
bordadas con la gracia del Pintor.
Te sueño,
te extraño, ¡te comulgo!...
Te
diviso en la oración del domingo,
te
encuentro en el silencio de una flama,
te
busco en el canto de un ave prisionera
pero
hace rato tu jaula fue abierta
para
que volaras y nunca regresar.
No
puedo estar triste,
debo ser
feliz cada segundo,
¿acaso
para mí no llegará la muerte?,
es la
promesa más cercana de un reencuentro
en
espera de bailar sones añejos en un sol lejano
dónde
está mi parcela prometida junto a ti.
Se
llena de frutos el viñedo,
los
obreros recogen de sus abundancias
uvas
rojas, morenas, verdes, trigueñas;
todas
llegaron para un brindis,
todas
las copas ansiosas de besar
se
juntan para brindar
por el
único motivo que vale: ¡vivir!
Dejemos
que suenen las campanas otro día
no será
hoy que estamos vivos en un sueño,
tan
pasajero como mi estrella azul
que
marchó contigo en un amanecer,
y hoy
brilla en infinitas letras
recordándote más que ayer.
Vale un
brindis por éste momento,
lo
haremos por las manos que me acariciaron,
por los
ojos que me vieron crecer,
por las
flores de tu corazón abierto;
lo
haremos por nuestros hijos que marcharon,
por los
que han quedado...
Sí, lo
haremos por la vida
que
todo lo vale.
¡Salud!
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 18/13
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