VEN
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Ven
a probar los dulces de mi pecho
mandarinas
jugosas, patillas frescas;
ricos
frutos de mi huerto, todo tuyo.
¡Ven
a endulzar tu vida con mis ojos!
No
son los venenosos de culebra,
son
de los verdes pastizales de mi tierra
de
los café con leche de mi vieja.
Ven
a tomar del vino añejo que te ofrezco.
Está
vestida mi mesa de ricas fantasías,
sobre
un lecho de hojas secas;
entre
las ramas de helecho,
desnuda
y fría...
Ven,
la tarde está lluviosa...
Las
aves continúan sus eternas melodías,
un
sinfín de notas en el lago
cántaro
de miel en la inmensidad del mío.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 8/13
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