NATURALEZA Y MI JEFE [43]
La
naturaleza nos regala tantas cosas maravillosas y milagros cada segundo, que a
veces quedamos perplejos ante la majestad de ese amor invisible que viene a
casa cuando lo llamamos, y retorna al bosque a trinar sobre las ramas.
Cada
ave es una sorpresa, las detallo con admiración. Una hormiga es una magnífica
obra, ahora no las pisoteo pues tienen vida, una gran premio que las hace
suspirar y correr, y buscar el aliento para sus hermanas, como lo hacemos
nosotros también.
Detallo
una hoja, un brote nuevo es un milagro. Recuerdo tus ausentes ojos, escucho tus airosas palabras que me hacen sentir un
dolor fuerte en el pecho, pero me doy a la tarea de perdonar y pedir perdón
también por mis faltas.
Me
doy cuenta que todo viene y pasa veloz, una invisible brisa nos sostiene, y me permito
decir que la vida es un milagro maravilloso, tu vida, la mía, la de todo lo que existe, el estar de una
roca en silencio y permanecer por siglos sin inmutarse, sirviendo de cobijo a
las aves de paso, guardando un diamante en su corazón, una piedra preciosa como
su alma.
A
veces renegando cuando tengo mis pies y manos, maldiciendo por mi suerte cuando hay
miles de seres que mueren de hambre, y miles de animales que matamos para
alimentarnos, y otros tantos que abusamos pues nos creemos superiores a
ellos...
Me
duele un niño lanzado a la basura, un ave herida, un gorrión que deja de
trinar, un búho… un águila que ha
perdido su cerro amado a donde se elevaba y desde allá admiraba la majestad del mundo.
Entre
todo esto, me doy cuenta que soy bendecida, que veo, sufro y lloro también,
y esto es magia, pues el Mago se entretiene en su obra cada día, nos
permite detallar lo que hace con cada uno de nosotros. Él no buscó el mal, sino
la felicidad, pero nos empeñamos en vivir tristes y amargados, en vez de salir
cada día a disfrutar de las maravillas de la naturaleza y ser conformes, pero
luchando siempre, no por tener mucho dinero, sino por ser felices con lo que
nos da, aprendiendo a compartir con los menos afortunados y más necesitados que
nosotros.
A
ratos me siento un ser miserable, paso por el lado de alguien que está en el
piso escupido y humillado porque nos parece menos, a veces volteamos el rostro
y nos hacemos ciegos.
Somos
a ratos, ese ser despreciable en el camino, un paria del mundo y realmente nos
dejamos vencer del odio y la maldad que acecha, en vez de bendecir con nuestros
labios y manos, ser felices viendo a los demás serlo.
Soy
tan humana como todos, pero voy cuesta abajo, y también veo que marchan los
niños y jóvenes en vez de los más
viejos, pero nos toca ver y aprender, por algo y para algo...
Mi
amor, ese Mago precioso que nos bendice con las ramas verdes, las flores, el
campo, la mirada de un gorrión, una mariposa que brota de su cárcel por un
instante feliz y radiante, nos pide algo
más, y es nuestro deber descubrirlo, tal
vez ser más agradecidos con su obra, respetándola y amándola, cultivando en vez
de arrancar, perdonando en vez de odiar.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 25/13
No hay comentarios:
Publicar un comentario