miércoles, 3 de julio de 2013

MI JEFE LO BUSCÓ [177]

MI JEFE LO BUSCÓ [177]

Mi sobrino alardea sobre una roca,
El mar está tranquilo,
Tiene la paz del azul
Cubriendo el pico de las olas.

De ese día recuerdo a mi madre,
los presagios tan ciertos como su poema:

¿Quieres que hablemos?,
tan presente como sus ojos idos
buscando en la montaña el verdor ansiado.

Mi vieja todo lo sabía…
Cuando Fernando, le habló a mi hermana:
“No pongas a un hombre por encima de Dios”,
lo repitió, y ella lo recordará.

Su abandono, sin importar sus hijos,
ni el profundo amor de ayer,
fue el cardo que más la espinó.

Me lo repetía muchas veces…
No busques que Dios te castigue
o castigue a tus hijos,
quédate ahí con tu esposo,
aguanta… espera…

Él te dará reposo, no te impacientes,
repetía ese refrán de Samaniego:
“No anheles impaciente el bien futuro,
mira que ni el presente está seguro”.

El día que voló mi niño, lo dijo en la noche,
sus ojos buscaban la salida de su cárcel:

“Mañana, un gran partido de fútbol los reunirá,
el estadio estará a reventar, sí… el chico de la estrella,
el muchacho no está entre nosotros,
no recuerdo cuál de todos es, pero se fue”.

Lo sabía todo al repetir sus refranes certeros.
Su palabra era una espada que atravesaba el mundo,
y callábamos, porque sus letras y voz eran de temor…

Un ángel de piel joven a pesar de sus 84…
Mi princesa amada, dádiva de Dios,
allá estás con tu niño consentido,
quien te buscaba,
se abrigaba en tu falda tibia
para al fin,
quedarse con tu amor.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 3/13 

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