MI
JEFE LO BUSCÓ [177]
Mi
sobrino alardea sobre una roca,
El
mar está tranquilo,
Tiene
la paz del azul
Cubriendo
el pico de las olas.
De
ese día recuerdo a mi madre,
los
presagios tan ciertos como su poema:
¿Quieres
que hablemos?,
tan
presente como sus ojos idos
buscando
en la montaña el verdor ansiado.
Mi
vieja todo lo sabía…
Cuando
Fernando, le habló a mi hermana:
“No
pongas a un hombre por encima de Dios”,
lo
repitió, y ella lo recordará.
Su
abandono, sin importar sus hijos,
ni
el profundo amor de ayer,
fue
el cardo que más la espinó.
Me
lo repetía muchas veces…
No
busques que Dios te castigue
o
castigue a tus hijos,
quédate
ahí con tu esposo,
aguanta…
espera…
Él
te dará reposo, no te impacientes,
repetía
ese refrán de Samaniego:
“No
anheles impaciente el bien futuro,
mira
que ni el presente está seguro”.
El
día que voló mi niño, lo dijo en la noche,
sus
ojos buscaban la salida de su cárcel:
“Mañana,
un gran partido de fútbol los reunirá,
el
estadio estará a reventar, sí… el chico de la estrella,
el
muchacho no está entre nosotros,
no
recuerdo cuál de todos es, pero se fue”.
Lo
sabía todo al repetir sus refranes certeros.
Su
palabra era una espada que atravesaba el mundo,
y
callábamos, porque sus letras y voz eran de temor…
Un
ángel de piel joven a pesar de sus 84…
Mi
princesa amada, dádiva de Dios,
allá
estás con tu niño consentido,
quien
te buscaba,
se
abrigaba en tu falda tibia
para
al fin,
quedarse
con tu amor.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 3/13
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