MI
DIARIO 7-07-13 [161]
Estoy
leyendo, que ese amor fue como un vendaval que pasó y sólo te hizo daño. Lo
sabía, ¡te lo dije!, pero no quisiste escuchar a un corazón herido en muchas
batallas de la vida, porque los hombres escuchan a ese verbo que se llama
desear, y el resto, ¡que se peine las greñas!, sin importar si se llevan por
los cachos a las personas que en realidad los aman.
Sigo
escribiendo mi diario, cada día dejo alguna tontería por ahí, mi hija quiere
una cosa, el mundo quiere otra, deseo tal vez un imposible. Me salí de las
páginas donde se busca un amor, porque a todos los vi extraños, mi cabeza es
una locura, imagino que tal vez sea un criminal como tantas historias que vemos
a diario, que tal vez si acepto viajar, sea una burla más para mi vida y
arriesgar lo único que poseo, es demasiado por algo que no sé si es amor o una
ilusión pasajera.
Me
ofrecían el cielo y la tierra, un viaje en mi cumpleaños por Europa o por donde
quisiera, ¡pero no!... ni siquiera respondí el mensaje, porque tan ingenua soy
a ratos, que me estrello contra mi propia sombra.
Aquí
estoy en el mismo sitio, soñando mis libros de poesía, poniendo los pies en la
tierra, un terreno un poco quebradizo, pero es el que poseo en el momento.
Los
amores virtuales son extraños, he conocido uno que otro caso con final feliz,
pero muchos con finales de terror, y es un riesgo para cualquier persona, ya
que deseando buscar el amor, nos arropamos de sombras muy oscuras y tenebrosas.
Es mejor estar en la sombra oscura bajo
mi árbol de mamoncillo, aunque el amor esté lejano, veré si esa sombra se
aclara, además ya tengo mis años, y en
la mira unos sueños más elevados. Parece que estoy madurando un poco tarde,
pero a ratos madurar también aburre.
Mi
querido amigo, me dio flojera escribir en las libretas de siempre, lo malo es
que no puedo decir todo, quedé en el viaje de Marly a esas tierras lejanas de
donde trajo algunas experiencias no tan buenas, pero todas válidas para su
crecimiento como ser humano, pues nos ilusionamos con las estrellas a lo lejos,
y al tocarlas con las manos, descubrimos que teníamos las mismas estrellas
aquí.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 7/13
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