VIEJITA [170]
¡Tan
divina mi princesa!...
¡Tan
acolchado tu vientre!
¡Tan
dulce tu corazón!...
Pareces
algodonosa espuma
que
va y viene con las olas,
y
entre las hendiduras de las rocas se esfuma
para
nunca regresar.
Mi
cálida vieja, tu voz he olvidado... /extraña sensación
Tu
perfume guardo para recordarte;
uno
que otro traje me donaron,
uno
que otro cariño que te había dado,
pero
me faltas tú,
irreemplazable amor.
Amiga
mamá,
verdadera
amistad sin mentira;
debo asumir un reto enorme:
Aprender
a vivir sin ti,
descubrir
de qué manera lo hacías,
mantener
a Dios en todos y en todo,
llorando
a escondidas,
en
el rincón más olvidado de cualquier parte.
Una
pregunta recordaba hoy:
¿Qué
te pasa madre?
¿Por
qué estás llorando?
¿Qué
haces tan oculta en tu jardín?
Para
recibir tu respuesta:
“Son
cosas hija,
que mañana comprenderás,
si
también eres madre.
No
lloro... nunca lo hago,
es
que estaba rezando el rosario,
y
una pequeña lluvia,
me
encontró con los ojos cerrados,
pensando
en ti”.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 2/13
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