EL
PAVO [174]
Por
ahí va el conquistador,
arrastra
el ala con dulce vaivén,
sus
espuelas, ¡qué lindas se ven!
y
en sus ojos de encendido color,
ha
quedado un poco de azul
que
a su rostro le queda muy bien.
Henchido
el pecho, camina de lado,
y las niñas de tristes estampados,
se
agachan muy fervorosas,
sin
imaginar encima semejante cosa.
Una
vez dobladas las rodillas
con
furor se arroja sobre ellas,
arrastra
sus pies con tan apasionado verbo,
que
arranca una a una, sus plumas,
dejando
heridas sus costillas
para
continuar con redoblado acervo.
Una
vez saciado su apetito
inicia
la repetida danza:
Sus
alas arrastra por doquier
mientras
una nueva doncella avanza,
esperando
que el amante
la
pisotee también.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 3/13
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