EL
GALLO DE PEDRO [143]
Estaba
el gallo irreverente en una rama:
Le
cantó al sol de cada día...
Su
misión de poeta para sus damas
Que
guardaban callados luceros bajo sus alas.
El
gallo de rojas plumas
que
ante la brillantez de su imagen
con
el arrastre de sus alas,
y
una leve danza,
la
polvareda levantaba...,
halla
entre las manos ociosas de un vecino
cruel
veneno, que desnudó de su carne las plumas,
para
vencer su vida sin un gallardo duelo.
¡Ya
no hay recuerdos! ¡No hay plumas!...
De
sus ojos apagados la tristeza,
de
sus damas soñadoras, niños fríos.
Del
árbol,
ausencia
de un cantor
anunciando
un nuevo día.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 8/13
No hay comentarios:
Publicar un comentario