sábado, 22 de junio de 2013

¡LLAMAN A LA PUERTA! [31]

¡LLAMAN A LA PUERTA! [31]

¿Quién llama a ésta hora?
¡Soy yo, el viejo de la gelatina,
ese vecino que está a la vuelta de la esquina,
y que desde hace rato cambió de domicilio!

-¿¡Qué carajos quiere ahora!?,
no fue hace  tiempo, y eso no está olvidado,
¿qué dijiste, que no era nada a tu lado?,
¿a qué vienes ahora, a perturbar mi sueño?

-¡Quiero hablar contigo, que me comprendas!
Decirte que de aquéllos calores
donde una escoba con falda me hacía levantar todo
mi rostro encendido,  mis piernas tembleques,
y flaqueaba el amor por tus besos y ardientes caricias
por correr tras ellas… ¡de eso ya no queda nada!
¡Dame tan solo un momento para hablar contigo!…

-¡No quiero!...
¿Me devolverás los años que te esperé aullando a la luna?
Era una loba ante tu amor ausente, así pasé día a día,
me sequé con las manos tanta lluvia salada,
remendé mis harapos viejos,
caminé entre letras un poco tarde
para que entre ellas quedara mi alma tallada.

También, entre flores blancas,
donde llené de tanta soledad y ausencia,
ese escapulario que perdió la imagen,
después de años, y años de rosarios.

¡Vete al carajo!... ¡no quiero que regreses a mi puerta!
Dejaste tus calores jóvenes, cuando yo estaba hambrienta,
entre los ijares de cuanta puta barata pasaba y pasaba…

Y ahora… ¿me pides que hable contigo?...
¿Qué me dirías acaso?...
¿Qué te perdone?
¿Qué tuve la culpa
por no comprender esa hombría
de tus años jóvenes?

¿O culparás a todas las fáciles
que anidaron entre tus brazos,
y que tomaron el ardor y los besos que creí míos…?

Te diré algo y espero te calles:
¡Te quedas parado en la puerta,
porque a mi cuarto no entras!…

Envejecí esperando un ramo de flores de tus manos,
un perfume barato siquiera, un par de zapatos,
 cualquier cariño que devolviera una promesa de amor,
una mirada al menos,
donde no estuviera el brillo de macho satisfecho,
un billete para abonar a los tantos y tantos gastos
que me tocaron sola…

No quiero hablar contigo de nada…
No deseo tu lástima,
pues ahora soy feliz sin ti…

Aprendí de las rocas a sanar mis pies,
de las espinas en el camino, de las palabras agitadas,
del odio, de la mala hierba sembrada…

Me di cuenta que si las amabas a todas,
¡a ninguna amabas!…

¡No quiero tu lástima!..
Hoy me tocó hablar a mí, enmudecí por muchos años,
pasé agonías en silencio, viendo hacia la puerta…

¿Y ahora que encuentro un amante de blanco ropaje,
pretendes venir, cuando ya de mi amor, no queda nada?

Día tras día aliviando mis cargas…
¡Son miles de pequeñas letras!
El dulce amante que el destino puso en mi camino,
lo presentí alguna vez, buscando la felicidad contigo,
¡y nada que llegaba!...

Entonces tomé una pizarra,
una hoja en blanco,
mis dedos se fueron acostumbrando a ese tibio calor,
y así mi amante nació,
entre brillos celestiales y ensoñadores
que iban y venían en caballos de fuego,
para descender sobre mis mutilados pechos,
y volar así, como un cóndor por el azul cielo,
vestida de nácar, de sedas blancas o azules…

¿Vienes ahora a pedir un puesto
que ya está ocupado?

¡Vete a dormir y no jodas!...
No olvides quitarte el puente, no sea que lo tragues,
pídele a la virgencita María y a todos los santos,
que te protejan, porque de mi parte: ¡púdrete en el infierno!
De mis tristezas no volverás a hacer burla,
y ahora que estoy vieja, ¿para qué me quieres?...

Respiro profundo, inundo mi alcoba de perfumes
para que tapen mis propios olores,
y le pido a Dios un día más, tan solo un día más,
y una hoja en blanco para seguir dejando
ladrillos y rocas, pues  faltan pocas…

Y a María no la canso con más oraciones,
la dejaré quieta, sobre la misma mesita de mármol
que me regaló un amigo,
con los  zapatos pequeños de mis muchachos
para que los tenga en la mira,
y no me los deje perderse por ahí,
sin un horizonte,
llevando como bandera la traición.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, junio 21/13 

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