OLVIDANDO
[23]
Una
leve brisa, tan liviana como el tiempo,
ardiente
como éste calor que me inunda
al
descubrir tu sonrisa ajena,
envuelta
en una piel que no es la mía.
Te
olvido de a poco, ¡no ha sido fácil!...
Dejo
que el tiempo cubra de blanco mis cabellos,
es
un traje que se va conmigo, despacio,
dejando
en tu ayer desnudo torso, mis manos.
Acaricio
todo y todo me enamora,
así
del cielo estrellado el brillo de tus ojos.
Amor
mío lejano, ausente, apartado de mi cielo azul:
¿Estás?...
pasa un momento cual estrella fugaz,
deja
que te imagine un segundo más.
Pero
se aleja todo…
La
nave del olvido desaparece bajo la lluvia,
mi
boca húmeda hambrienta de la tuya
pernocta
en éste hoy vacío y solitario,
abrumada
de tanta indolencia y abandono
si
eras tú, lo amado entre todos;
lo
deseado entre un tumulto de millones,
sin
que para nada, apreciaras mi gran amor.
Me
desvelo… no puedo dormir hoy tampoco,
mis
dedos tienen la sensación de tocar tu piel
con
cada letra que sale de mis locuras viejas.
Soy
una orquídea sobre un inmenso árbol reseco
que
se abona de lágrimas de la noche oscura,
de
las penumbras que se mueven en la tarde, ¡como fantasmas!
en
aquéllos parajes solitarios donde tanto amé.
Bajo
mi falda tus manos, mis ojos de
golondrina
ansiando
nunca despertar y volar, ¡siempre volar a tu lado!
Pero
me robó el destino tu amor…
En
otro tiempo puede ser,
en
otra barca sin timonel,
en
otra roca te esperaré…
En
otra silla blanca,
¡tal
vez!...
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
junio 25/13
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