MIRADA
DE ÁGUILA [126]
¡Qué
pequeño punto eres en el universo!
Pero
tan grande que puedes volar,
cierra
los ojos, abre tus alas y comienza a planear.
He
visto desde aquí el caminar del hombre.
La
gran obra del Pastor, las sierras la consumen,
el
fuego de sus almas destrozando un nido
donde
creí vivirían felices mis niños.
Desde
aquí sus maldades sin nombre,
depredador
que acaba con su propia especie.
Los
ángeles que retozaban en las praderas
sólo
desperdicio son para adornar sus falsas obras.
Mi
madre herida llora gotas de sangre,
su
vientre se desvanece entre grandes palas,
el
filo de sus cuchillos son de doble faz,
la
mentira y falsedad habita en sus almas.
Un
cambio se aproxima en los jóvenes,
los
viejos con sus vicios enseñados, marcharán.
Cantores
nuevos vendrán en su reemplazo
y
sobre el cielo un águila les observará.
¡Corre!...
Se avecinan días tristes,
sus
culpas a nadie echarán.
No
hay cerros que aguanten leves brisas,
vomitarán
montañas hirviente lava.
Un
aguacero tras otro nadie contendrá.
No
hay brazos fuertes vestidos de traje verde
ni
musgo que contenga las rocas,
ni
orquídeas que jueguen con las ramas.
¡Qué
no digan que soy castigo!...
Se
dedicaron a saquear y a robar.
Sus
horas están contadas bajo la higuera,
sus
manos retornarán vacías
clamando
otro paraíso para llorar.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
junio 10/13
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