martes, 4 de junio de 2013

A MUERTE (144)

A MUERTE  [144]

Me llamó la palabra
cual si fuera oscuridad.
Siendo una huella tal vez
difusa viene con dientes de plata
en lóbrego traje.

Vanidad se hizo a un lado.
Marchó soberbia,
bajó el rostro arrogancia
y demarcó en sus labios
la sonrisa eterna.

No hay guadaña…
Es una sorpresa, la sorpresa
que nos impulsa y eleva.

Tal vez un llamado le incite.
Enmudecen blancas auroras
y el mutis del ruido
si esa luz extraña nos llama
a un sendero sin alas.
Una llama sin vela
una barca cruzando,
una mano que llega
una luz que no hace sombra.

Al fin, no hay sobresalto.
Se congela el tiempo en los ojos,
Y una garza espera su ocaso.

Bulle la vida de nuevo,
pero ella, la parca desnuda,
se convierte en la sombra
que ríe a carcajadas.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, junio 1/13 

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