JUGANDO
[79]
Decidí
jugar a ser mejor,
busqué
en el silencio de mis días, un motivo.
Lancé
las cartas, como bruja imaginaria
queriendo
descubrir del azar, notas mágicas,
que
condujeran con suerte un destino marcado.
Mi
pequeña gata Pachita,
de
sus uñas la toxoplasmosis que tanto me asustó,
finalmente
fuerzas me regaló,
y
con mis niños nada pasó.
Un
café caliente, fruto de dorados cabellos.
Embebida
en sueños de navegante sin timón,
seguí
la senda marcada por mi Dueño,
y
me senté de nuevo en mi amado sillón.
Aquí
voy con paso de niña vieja
queriendo
robar una sonrisa aquí o allá,
en
tanto mi corazón, con una herida abierta,
palpita
suavemente, dejando caer rojas espumas
en
un lago sin amor.
Corretean
de nuevo mis hadas,
unas
se visten de rosa, otras de azules,
los
niños por las calles con sus harapos viejos
las
mujeres, sentadas en las puertas sin buscar quehacer
y
el mundo gira y gira, y yo al revés.
Persigo
el sueño del amor y te recuerdo.
Pálido
mi rostro nuevamente,
enjutas
mis piernas en viejas noches,
luna
plata de iluminados cabellos,
ojos
verdes de lagunas silenciosas,
luciérnagas
brillantes de llanto mudo.
Ya
no vago, no grito, no corro…
Una
quebrada mansa me persigue,
mi
sueño alcanzo en la rivera de la montaña,
me
convierto en cabra montés y te sigo.
Subo
la cuesta sin herir mis pies
y
desde arriba balo tantas veces como puedo.
De
la luna plata, leche vestida de rayos bajan,
para
nutrir de esperanza mi alma con su canto,
la
muda sinfonía a noche en lunada,
donde
vagan las estrellas fugaces
sin
ser adivinadas.
Sigo
jugando a ser libre y me esclavizo,
juego
a ser feliz y me quebranto,
pero
sigo lanzando las cartas aquí o allá,
esperando
aparezcan tus negros ojos
a mi
rostro iluminar,
y a
mi cuerpo bendecir.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
junio 13/13
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