ISABELLA [83]
De
nuevo Bembis
callada
como una hoja.
Suave piel de durazno
dulce
como la voz de mi madre.
Cierra
los ojos, busca tu manantial
bajo
la sombra de una higuera tal vez,
donde
ángeles desnudos han de estar.
Nadie
envejece, somos niños
nadie
marcha,
pero
cuando el iris aparece
se
vuelve dulce la sal
y el
llanto es de felicidad.
Amarga
la hiel de la vida si hay engaño.
¡Suspira
mi niña bajo los pechos de mami,
que
un arroyo de blanca leche
cubre
tu almohada!
Toma
la espuma de sus negros pezones,
son
flores violeta que alguien te ha dado.
Una
sonrisa tal vez, una mirada…
Brotarán
de los cardos flores hermosas
donde
ayer espinas y lágrimas.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
junio 13/13
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