APRENDIENDO
[149]
Me
enseñaron las aves a pescar,
a
trinar aunque prisioneras.
Me
enseñó el tiempo que nada es para siempre.
Aprendí
a reconocer a los amigos, no por las palabras,
los
descubrí en sus silencios y en los míos.
Camino
cada día un poco más, para reconocerme.
No
espero que nadie lo haga entre las sombras
sino
a la luz de un nuevo día,
que
nos encuentre dispuestos
y
el diálogo abra esa puerta cerrada.
Espero
de un cardo sus hermosas flores,
de
un hermano su aliento en las caídas,
su
abrazo al levantarme,
su
compañía en la soledad.
Que
no juzguemos severamente;
el
tiempo nos dará la razón,
es
juez y verdugo que nada perdona.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
junio 4/13
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