sábado, 15 de junio de 2013

A MI VIEJO EN SU DÍA (72)


La música y mi madre, fueron la poesía que motivó su valentía de vivir cada instante con una sonrisa, nosotras, sus hijas, fuimos las rosas de su jardín, y los varones, los alcahuetes para sus juergas, que no fueron muchas, sólo suficientes. 



A MI VIEJO EN SU DÍA [72]

Para mi padre hermoso, mañana celebramos su día en Colombia, él fue un hombre muy enamorado, amaba a todas las flores de la tierra, las consentía, les regalaba sus dulces palabras, y siempre, hasta último momento, nos defendió de los ataques de los machos de la casa.

Nos decía: ¡No se dejen!, nos enseñó a defendernos, a que ellos también tenían manos para hacer sus cosas y que nosotras no éramos sus esclavas.

De mi padre recuerdo muchas cosas, ante todo que fue un hombre cabal, honesto, sencillo, un servidor del pueblo, de la gente, tomador de pelo que le gustaba bromear mucho y reír de la vida, sin importar si estaba enfermo o no.

Su meta no era tener mucho dinero, sino lo necesario para sobrevivir, y siempre nos recalcó que nada era más valioso en el hombre que la honestidad, y así marchó, como un dulce arroyo de agua clara.

Un padre que se esmeró porque no faltara el alimento en nuestra casa, nos repetía, que lo básico era saber vivir la vida, apreciar a la gente y cuidarnos de las personas malvadas, pero él siempre fue bondadoso y confiado, y muchos también le hicieron daño por ésta razón.

Su único apego era su familia, a quien entregó toda su vida, sus fuerzas, sus poderes como decía él, dedicado a su trabajo desde antes del amanecer y jugando con nosotros a ser un niño, y así murió, siendo un niño abrazado por todas sus hijas, viéndolo partir joven todavía, con muchos deseos de estar aquí.

Mi hijo Kevin tenia pocos días de nacido, ya mi viejo va para 21 años de fallecido y está presente como ayer.

Sus manos cálidas y morenas, ojos negros de amante y soñador, los caminos andados y desandados con su triste enfermedad y sus carcajadas, se quedaron para siempre en nuestros corazones.

Un río de agua tibia al partir, su mano en la mía fue el sitio que me tocó, pues todas estaban sobre él, y sentí cuando la corriente llegó al mar, y ya no estaba.

Padre mío: Nunca serás olvidado, nuestro roble de pequeñas y graciosas flores, nuestro príncipe juguetón; ayúdanos a caminar como lo hacías, tan valiente y lleno de virtudes, tan feliz, ¡sí!, ¡tan feliz a pesar de todo!...

Raquel Rueda Bohórquez
15 6 13



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