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LA NEGRA DE LAS ALEGRÍAS (13)
Mi
negra era hermosa, la conocí al llegar a
Barranquilla hace 27 años, parecía una elegante palmera, no se dejaba retratar
porque teníamos que pagarle, de antipática le decía que era ella quien tenía
que pagarme, ahora se deja y tampoco le pago.
Lloró
mucho la muerte de mi sobrino, pues
llegó a mi casa a preguntar por él, se sentó en las escaleras a llorar.
Decía:
¡No lo puedo creer Dios mío!, el monito, el que me gritaba donde yo estuviera:
¡Negra hermosa, te amoooooo!, se acercaba, me abrazaba, me besaba, /él era un
ángel.
En
verdad lo era, y lo será siempre, con ese don de gentes que tenía mi pelado,
todo un señor de tan solo 21 años.
La
negra pasó hoy, con su carga de siempre, su mirada entre nostálgica tirando a más triste,
pero siempre con su optimismo, sus cocadas y sus alegrías,/dulces fabricados
con millo explotado al calor y panela/, que envejecieron con ella, recorriendo
la ciudad durante años, donde quedó su hermosa estampa retratada en muchas
imágenes que recorren el mundo, pero ante todo, dando ejemplo de ésta raza
venida de África, descendiente de ellos,
y ahora se encuentran en Palenque, el sitio que escogieron cuando sus abuelos
escaparon de quienes los esclavizaron.
Sus
hijos todos profesionales, dan cuenta de la calidad de mujeres, de sus esfuerzos
y sus andares de gitanillas elegantes y sofisticadas, mientras sus flojos
esposos las esperan recostados en las hamacas, /ésta fue la imagen que nos
vendieron, pero es una gran mentira, ellos hacen labor en su hogar, mientras
ellas salen a vender el producto de un trabajo familiar, y las esperan como
reyes, con los brazos abiertos y una gran sonrisa.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
junio 26/13
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