viernes, 3 de mayo de 2013

PECADO MORTAL (169)


"Flor de loto"

PECADO MORTAL (169)

De a poco me olvido de tu sombra
tras lo cruel de tu despedida.

Ahuyentaste aquél amor puro de un día
dejando en mi corazón sendas heridas.

Como una desnuda flor te mostré mi vida,
quedaron mis huellas en aquél secreto nuestro;
te confesé mi amor sin falsía,
pero lo lanzaste a los puercos
sin saber que estoy muriendo.

¡Qué tristes días me toman de nuevo!
¡Qué soledad fecunda en mi hogar!
Aquél descanso de mis tantas horas,
aquéllas carcajadas de tan amados tiempos
se fueron tras faldas engañosas
vestidas de trajes de gala
y polainas con espuelas mentirosas.

¡Ya no importa!…
Has develado mi alma,
has abierto la boca para reír de mí,
y éste dolor es el peor de todos.
Me siento una sombra perseguida,
una cometa perdida en el espacio.

¡Ya ni sueños tengo!… se fue mi estrella.
Ya ni afanes perturban en casa,
no corro tras de nada, tras del viento,
pues el amor pareciera ajeno a mí
como una risotada de hienas.

Soy carcajada con muecas hediondas a tabaco
a licor que se despacha en las orgías,
que nos toma cual motivo de sus risas,
en tanto mi almohada se empapa cada día
con los pétalos de la rosa deshojada.

El mago de la hoz torcida 
me convirtió en serpiente,
me transformó en un ser gris.

¡Oh divino Señor! 
¿A quién mis quejas,
si tú sabes lo que soy?

Una mirada insiste en la pared en blanco.
Cada día, cada promesa, 
cada mentira o alegría
serán contadas para otros...

Serán escritas, sin importar.
Letras quedarán 
en el recuerdo de mi sombra.

¡No era tan oscura ni tan serpiente!, /ni tan lengua larga
Sólo confesar que te amaba,
ese fue mi pecado mortal.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 3/13













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