Mi madre en oración. Finca Virgen del Carmen.
MADRE (124)
Quedé corta de
palabras, hoy no quiero decir nada…
Se ensaña a ratos
el destino, pero es certeza la muerte, nada tenemos, a nada debemos aferrarnos. Es por esta razón, que la palidez de ayer, hoy torna en lápida ante tu ausencia, pero sabemos que eras única,
inigualable y total como madre, el mismo cielo no pudo fabricar otra mejor para
nosotros, más tierna y dulce, más completa.
A un año de tu
partida todos lloramos como el primer día, nos parece imposible, pero tiene que
venir la aceptación, mejorar cada día como seres humanos, hermanos y
amigos, pues la parca no escoge, ella viene con su traje de colores a llevarnos
a nuestro verdadero hogar, el día que ya tenemos marcado en el gran libro de
la vida.
Un mañana nos sorprenderá;
espero que no de la manera como te halló, donde
la injusta vida se ensaña en seres humanos tan bellos, ingenuos y
dulces, como sucedió contigo y con Anderson, pero seguimos confiando en Dios,
seguimos con la mirada en el norte, para que nuestra historia no tenga ese fin
doloroso de las suyas, sino que marchemos tranquilamente sin dolor, ni angustia.
¿Será posible que
alguien pueda hacerlo de ésta manera? O la muerte siempre viene acompañada de
dolor y de tragedia, cuando al final sólo rogamos a ese ser de luz que nuestros seres amados dejen de sufrir, pero toca agradecer, pues hay muchos enfermos y dolidos que duran años sometidos a
cables y camas, sin la esperanza de una muerte rápida, y esto ha de tener algún
sentido que no comprendemos.
Por aquel final, donde María hizo presencia en tu altar, por aquéllas señales que nos diste de que Dios es verdadero y no es un invento,
doblamos las rodillas por ti, por todas las madres del mundo, por nosotros
mismos, para que nuestra historia cambie, y podamos vivir días de felicidad,
sabiendo que tendremos que marchar en algún momento.
Mamita, siempre estarás
aquí, no habrá día en donde tu presencia no esté con nosotros a través de tu
mirada, y la huella que se quedó en cada uno de tus hijos, de tu figura, de tu
amor elevado al Dios de la vida, sin el cual
nada somos.
Doy gracias a mi
Jefe por la gracia de haberte conocido, y también le pido, que no te cambie por
otra, para que nos esperes en tu Cacica soñada, en tu sitio alto y elevado, pues
en tu humildad, fuiste la más grande de todas, la más culta y educada, la poeta
que le declamaba a todo lo que sus ojos veían, y sabía agradecer por el hecho de
existir, aceptando la voluntad de esa luz, con el rostro de todo, tan cerca de tu
mirada.
A ti, la más madre de tetas grandes,
llenas de abundancias para tus hijos y para todos los que tuvieron la dicha de
conocerte, con ese gran amor que pudo perdonar hasta a quienes te insultaron y
dañaron en algún momento de la vida, pero te fuiste con las manos llenas de rosas
blancas para teñir de sueños el cielo.
Te quiero mamita,
por siempre en nuestro corazón.
Raquel Rueda Bohórquez
10 5 13
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