martes, 14 de mayo de 2013

EL GALLO DE PEDRO (108)

Gallo con sus pollitos.

EL GALLO DE PEDRO (108)

Se antojó Pedro, de un gallo dorado,

de su cantar en las madrugadas,

/pero un vecino atontado,
vino a casa a hacer un reclamo:

¡No quiero escuchar su canto!
¡Me espanta el sueño!
Pero como el mundo es pequeño,
el gallo hizo lo que le dio la gana
 sigue cantando hoy, 
y toda la semana.

Dijo el pollo altivo y altanero:
¿Acaso no fue Dios quien donó mi flauta
para que las enamorara?

Es Dios, quien me hace despertar, antes que todos,
para que los anime a elevar el rostro,
a escuchar el trino de las aves, y ver como se enamoran
en cualquier rama las palomas,
descubriendo que felices son, 
sin pedir más nada.

El hombre se pierde de la belleza, por su vanidad
en cambio yo… ¡qué bien sé cantar!
¡Cómo endulzo la vida de mis reinas!
¡Y no hago sino pisar y pisar!
¡Cantar y cantar!…

En un tibio nido, mis niños iniciaron la faena,
pero de a poco, uno herido, otro maltratado…
Enfrenté al enemigo con furia loca
y como león dolido, ante mis peluches
destruí con mi pico, enorme rata,
y canté otra vez agradecido.

Hoy sólo queda mi reina y un último pollito.
Mi patrón se antojó en traerme compañía,
/una polla roja como yo, de cuello desnudo,
tan bella, que me enamoré una vez la veo,
pero a mi princesa consentida, no olvido.

¡Pero es que soy un gallo!…
¿No es acaso la tarea que me dejaron?
Déjenme cumplirla, que no sea parte de sus asados.

También amo la vida, me encanta el rojo sol,
me gusta mi árbol, y sobre su copa me elevo,
desde allí canto, temblando de amor mis alas,
elevando la primera oración del día, 
antes que la tuya,
 ¿y reniegas porque canto?

¡Llora el día que dejen de cantar los gallos,
y una hembra no encuentre quién la enamore!


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 14/13

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