viernes, 24 de mayo de 2013

ALAS DE LIBERTAD (37)

ALAS DE LIBERTAD (37)

Soy dorado caballo que busca la montaña;
Mis alas convertidas en letras, mi libertad.

Me atengo a la voz de la brisa, 
A lo que va quedando.
Me deshago de las rocas en mi pecho 
Para poder volar.

Abandono mis cosas en manos de otros
Pues me di cuenta que mi nombre causaba envidia, 
Era causa de pecado en los demás.

Nadie quiere que levante vuelo… 
Sin prisas me alejo, 
Soy la pluma de un faisán mecido por el huracán,
Dejo que mi vida la dirija alguien de más allá...

¡Me cansé!… desaté las amarras de mis alpargatas.
Olvidé sueños de grandeza, deseos de riqueza,
Para descubrir que tengo mis manos completas
Que poseo un poco de salud, amigos que van y vienen,
Que tocan a mi puerta sin llamado y les permito pasar.

Mis alas de libertad son tus ojos invisibles.
Es el aroma de las rosas de un lindo despertar
Que me hizo levantar aprisa, 
Sin comprender en qué lugar, estaba el huerto plantado, 
Ese perfume entre mis sábanas,
Tan suave y claro, para que pudiera dormir 
Como niño en brazos de su madre.

Extiendo mis partidas alas, se han renovado,
Abro los ojos, ya no estoy ciega, 
Era que mis gafas estaban empañadas.

Escucho bien, mis oídos se han destapado
Mis garras están un poco más afiladas,
Pero es que mi Jefe tiene una razón para ello
Me da herramientas para que me defienda;
Me entrega palabras sencillas, 
Para que deje una huella y me desahogue,
Y sobre el cielo, sin voltear atrás, continúo...

Libertad soñada: ¿quién la posee?
Tenemos libertad para criticar, para chismorrear,
Para hablar de los demás 
A sabiendas de que nuestras manos nos señalan.

Creemos siempre que somos los mejores
Y pasamos la vida viendo horrores y callando
Para convertirnos en cómplices de la maldad.

Quiero mi libertad de ojos cerrados.
Una placidez que me permite volar sobre las rocas más filosas,
Caer de nuevo en ese oscuro rincón 
Donde el vaivén de mis alas me levanta
Para no herirme ante nada y nadie, ¡nunca más!...

Una pared en blanco resucita ante mis ojos
Tengo plena libertad de llenarla con lo que desee.

Libre como el viento,
 Mis palabras despejando dudas,
Pero habrá muchas que se quedarán en el silencio,
Pues sólo contaremos pocas cosas,
El resto servirá para esa balanza imaginaria
Donde se dice que la justicia de Dios es severa
Aunque el hombre doble las rodillas.

Libre al fin, tomo asiento…
Aquí está mi crucifijo en la pared
Para recordar que soy un ave pasajera.

Cierro los ojos de nuevo
Y empiezo a volar… ¡a volar!…
Hasta donde mis manos me lleven
Y el corazón permita.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 24/13


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