lunes, 29 de abril de 2013

VERÓNICA [9]


Azulejo. Imagen: Liz Nayibe Alvarez R.

VERÓNICA [9]

Entre sonrisas me antojé de lo atezado,
de los navegantes azules
que marcharon con el viento.

Recuerdos de nudos blancos y rosas rojas
pero entre todos ellos, el de rubio cabello
que se lo llevó el ocaso un mayo cualquiera.

A él le entregué la perla de los mares.
¡Le amé tanto, y lo amo
tanto que no lo olvido!...

Alguna vez declaré mi amor a los cuatro vientos:
"¡como a él lo quiero, madre!"... "no habrá otro,
no hay nadie que se le parezca
y será mi amor a través del tiempo".

La niña de blanco rostro y azules ojos
corre y corre tras los aromas más brunos,
entre desórdenes de trajes de colores
se le va el tiempo,
se le quedaron las sonrisas atrapadas
y sus lágrimas entre melodías,
que bailan melancolías.

Ya no está, pero queda el día para recordarlo,
queda la noche y el silencio nos atrapa, 

otra vez despiertos;
regresa una fecha, 

un mayo 3...

¡El corazón palpita!
Lágrimas caen, son cascadas salobres,
y un rosario de penas comulga de nuevo
entre los dedos de una madre.

Danza mi niña por los escalones de la vida,
un tropiezo tal vez y nada queda;
un recuerdo sobre un clavo en la pared,
las sonrisas y gritos de niños,
el amor por siempre
atrapado en el ayer…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 29/13 

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