viernes, 26 de abril de 2013

SI ME PREGUNTAS [35]

SI ME PREGUNTAS [35]

Si acaso te quieres enterar
que ante mi pálida ventana
que se llena de luces cada día,
te esperé: te diré que sí. 

Que cada frase abierta
con el desparpajo propio de mis debilidades,
fueron un triste duelo moribundo
que de amor se antoja cada segundo…

Así  la noche de tupidas estrellas y diamantinas sombras,
donde las luciérnagas se hacen el amor
ante la luz de sus brillos internos,
y el sonido del silencio alcahuetea esos cariños…

Todo fue verdad, nada mentira,
la claridad desnuda,
sin más enredo que mis torpezas,
sin más sendero que tus brazos.

Si me preguntas si te amé,
tal vez no haya pasado, ni presente…
Letras y letras, atrás, adelante,
invocando las mismas oraciones
y los repetidos versos,
con distancias infinitas
donde el amor se aleja
y el dolor se queda…

Verbos que se oscurecen son las naves a lo lejos,
y las gaviotas que hoy fueron blancas
arropadas de un destino incierto.

Todas locas palabras,
arrogantes y altaneras,
creídas de la ilusoria vida
desparpajadas
desnudas
empelotas…

Mi loca cabeza a ratos,
a ratos mis manos,
de nuevo mis pechos
otra vez tus labios…

Y perdida en tus ojos para siempre:
¡Oh negra oscuridad tan amada y tan lejana!
Antojada la vieja rosa de pétalos,
de camas sembradas de violetas,
de ardientes suspiros que se roba el día
donde están los párpados cerrados,
y las manos ocupadas en otros Lares,
más no en el mío…

¡Oh amor!...
 Despierta cada noche en esa torta dorada,
que a su antojo como puta de los valles me desvela,
pordiosera de amor,
triste y lejana cometa de los vientos…

Si te antojaras de mí
no serían tan largas mis noches,
ni tan ardientes mis ojos en sus desvelos…

¡Si alguna vez lo hicieras!…
Si creyeras que en mis palabras 
no hubo enredos e hipocresías,
donde otros afanes 
despojaron de mi huerto lo que creí mío,
y otras garzas de colores entibiaron tus miradas,
y se elevaron altaneras,
cual cometas tras el sol de la tarde,
pero vanidoso y esponjado
cual pavo de buche soplado, de mí reías.

Aquí el alma está sin traje,
acompañada de un túnel que arrojó mi carne
a un sendero purpúreo y tibio,
así en medio de las nalgas rojas de mi madre
empapada de esa sangre
que como río violento cayó sobre mi rostro.

¿Qué más quieres que te diga?,
pero fue ella mi único amor,
jamás por otro cambiaría,
y de nuevo besaría su trasero de madre divina.

La palidez torna de nuevo,
el calor de unos pechos endulzados de blanca leche marchó,
para quedar una mariposa al viento,
donde el amor pareciera naufragar en oscuras aguas
y senderos donde anida la mentira.

¡Ay vida! …
Esos gritos inconscientes de dolor
que palpitan como un tambor,
son el corazón de una paloma herida.

Así estoy, así me siento ,
con tus grandes lanzas
que causaron terribles llagas.

Si preguntaras…
Pero el silencio es amigo y amante cualquier día…
Los vacíos lleno con su aliento, con la voz de la noche,
divisando a lo lejos esa estrella radiante que toma mis ojos,
abrazados con ese cariño de sol de cada verso,
para advertirte sobre la montaña
y ser parte de algo elevado como un alcatraz,
que al surcar el cielo se transforma en águila.

Si me preguntas
te diré que nada está por encima de Dios ni bajo Él,
pero si alguna vez quieres saber si te amo,
la respuesta se la dejo a la brisa de tus mañanas felices,
en otro jardín, donde no estaré…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 26/13 

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