viernes, 19 de abril de 2013

SECRETOS DE MI MADRE [73]

SECRETOS DE MI MADRE [73]


Mi madre a pesar de la edad, tenía una piel tersa y hermosa, siempre llamaba la atención de la gente que la veía. A pesar de su edad lucía radiante, parecía la piel de una niña.

 Nunca usó maquillajes, sólo para alguna ocasión y muy leve, tonos suaves, decía que no quería ser esclava sino de Dios.



Siempre nos enseñaba cómo cuidarnos, caminar, conducirnos por la vida, aunque al parecer con sus cabritas un tanto necias fue difícil, pero algunas de sus bellezas copiamos.



Mi perla preciosa, eso era ella, tenía un sencillo secreto para lucir su piel así, y lo hacía mientras preparaba el almuerzo, con aquéllos blancos granos que son tan generosos, y llenan la vida de dulzores: EL ARROZ.



Lo lavaba suavemente como orando, y el primer enjuague lo botaba, después lo dejaba un momento en agua y de nuevo lo hacía, pero ésta agua lechosa la conservaba aparte.



Al rato dejaba que se decantara y al final: Oro blanco...


Ésta harina permanecía en el fondo era lo que usaba para su piel, así de sencillo, lo pasaba por su rostro, y el secreto de su belleza exterior, era el mismo del interior, no dejaba nada a medias, siempre decía la verdad y no guardaba secretos a nadie.



Mi madre, un milagro de vida como el blanco arroz de tantos años, así estará ella, así se fue,  blanca y preciosa, y en mi último sueño, que ya conté, arrodillada sobre la tierra exclamó: ¡¡Qué divinas rosas blancas!!...



Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, abril 19/13


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