lunes, 8 de abril de 2013

EL HOMBRE ES EL HOMBRE [122]

EL HOMBRE ES EL HOMBRE [122]

Parte en broma, otra en serio, así dice mi hermano con Síndrome de Down para expresar que es él quien manda en la casa.

Éstas palabras nos causan mucha risa, y bien,” El hombre es el hombre”,  es un señor que acaba de entrar a mi casa, alto, muy delgado, cabello liso, amarillo, español muy enredado,  pocas palabras le comprendí, dijo que vendría a enseñar Alemán  a mi hija quien intercambió estadía en el sofá por clases.

En un programa que existe de mochileros, donde alguien ofrece el sofá, de paso,  unos pocos días a uno de estos viajeros, sin pago alguno, pero donde se adquieren compromisos antes de su arribo.

Hospedar extraños en nuestra casa puede ser peligroso, por fortuna nada había sucedido, el señor nada tenía de extraño, aquí se han hospedado más o menos 30 personas en el transcurso del año, sin más compromiso que dejar que duerman en el sofá con unas mantas, utilizar los servicios, y el alimento lo consiguen por fuera, pues no puedo hacerme cargo de más compromisos, y con mi hija se pactó de ésta manera, además  de que no cobro un centavo.

Lo cierto fue que  el caballero de nombre Ben,  vino a mi casa, se quedó, mi hija no pudo recibirlo, sabía sus condiciones y en la mañana muy temprano bajó y sólo le comprendí: “Desayuno”… Como otras veces, imaginé que preguntaba en dónde podría conseguir desayuno, solo me preparo un tinto en las mañanas, de cortesía se lo ofrecí, y le indiqué en donde quedaba la tienda, para que comprara sus cosas, recomendando que no se perdiera.

Mi hija no tuvo tiempo por dos días, por múltiples compromisos de estar con él, y aquí,  sólo voy y vengo con mi trabajo.  Él bajaba del segundo piso y se posesionaba en mi computador para hacer sus charlas.

Empiezas a perder  un poco tu intimidad pues el apartamento es arriba, él también se ha de sentir terrible, pero lo acepté y por algo de pena no le dije nada, él salió y compró algunas cosas, me pidió otras que se las di sin más cuento.

Lo cierto de la historia es que Ben no tenía un peso en el bolsillo, y no lo sabía, pues las cosas estaban claras desde el principiom donde él me comente algo,  lo comprendo, y preparar  alimento para alguien que tiene hambre, es nuestra obligación, y más si está en nuestra casa, aunque no siempre mi nevera está llena, siempre hay algo para alguien más.

Hubo una pequeña discusión de la que me entero por mi hija menor, donde él reclamaba sus alimentos y atenciones, lo cierto, fue que le dijeron que no podía estar más en casa y mi hijo salió a buscar ayuda en la iglesia, a donde le solucionaron pasajes para Bogotá, pues aquí en Barranquilla sentía que todos se burlaban de él, y además salió al parque a sus ejercicios y le dijeron que era un loco por su vestimenta y su facha, ya que la gente tiende a ser muy burlona, por esta razón llegó muy molesto y  descargó su enojo, dijo lo que no le gustó y discutieron con mi hija.  

Igual le pasó a ella  en Alemania donde no fue tan bien tratada y sí discriminada por su porte de latina, pero aquí no lo discriminé, sino que no entendía nada de lo que me hablaba, pero a mi hija sí le dijeron cosas como ésta: “No le hables que es una Au Pair”… /escuchaba  ella, y cuando llamaba para contarme sus cosas, yo sufría mucho, ahora  imagino a éste señor cómo se sentiría, me siento terrible, hasta culpable, pero también me doy cuenta que la falta de diálogo y honestidad de parte de él o no sé, si los límites que pone el idioma que estaba un tanto enredado complicó aún más todo.

En otras condiciones no permito que aguante hambre, pero tal vez le apenaba decir que no tenía dinero, imagino que fue una experiencia terrible y marchó sin una despedida.

Creo que al menos debimos estrecharnos la mano, pues me quedé como si hubiese cometido un gran pecado al no brindarle alimentos desde el principio, pero ya sabía las condiciones.

Para la próxima, por favor, nada de mentiras, para que no queden éstos sabores amargos, aunque creo que ese cuento de mochileros termina aquí, no quiero que se vaya gente herida de mi casa por algo que me entero al final.

Lo siento mucho Ben, espero que en Bogotá te traten como mereces, pero tienes que cuadrar bien las condiciones y ser franco, una mentira no tiene sentido y mira cómo nos ponemos.

"Por eso es que a los colombianos no les dan  visa, por burlones", /dijo- ¡qué pena!, la verdad me siento terrible... 

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 8/13

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