UN ÁGUILA
[109]
Con
los ojos cerrados otra vez.
Sólo
hay silencio y me antojo de mar,
advierto
en el brillo de la vida una esperanza
y
abro mis alas…
Cual águila de ojos dorados te observo,
ausente
a éste ciego amor,
desnuda
ante ti.
Me
aviento con fuerza,
este
último aliento de amarte tanto
para
tomar un poco de tus labios
con
cada sombra que te recuerde.
Y
ahí estás,
siento
tu tibieza, ajusto mis garras,
mi
corazón prendido del tuyo
tu
palpitar en mí y esa tibieza encendida
y
decido volar… siempre volar,
alejarme
de éste bullicio,
apartarme
hasta ese alar mágico
donde
sólo habitan los sueños
y siempre estarás.
¡Llévame
brisa!
¡Susúrrame
un verso de amor!
Soy
una hoja, una pluma,
hasta donde mi destino se antoje.
hasta donde mi destino se antoje.
He
visto grandes montañas,
aún más elevadas que los sueños,
aún más elevadas que los sueños,
hacia
ese cerro inmenso me dirijo,
es
allí donde estará mi paz.
No
temo a las rocas
ni
al beso de los huracanes,
no
le huyo a nada ni a nadie…
Me
espanto ante ojos malvados
para
descubrir cerca del sol
que
ahí estás.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
abril 12/13
No hay comentarios:
Publicar un comentario