CANTO AL MAR [110]
En las tardes,
si el sol se antoja de otros valles,
si el sol se antoja de otros valles,
y el mar,
mi divino mar arrullador
muestra un nuevo rostro,
muestra un nuevo rostro,
tranquilo, como aquél náufrago
que halló un tronco en el camino
y
en la orilla se descansa…
Aquí sobre la misma roca
admiro tu belleza;
admiro tu belleza;
los
tonos azules y violetas,
rojos encendidos, dorados,
rojos encendidos, dorados,
un
asomo de ternura en tu voz
acariciando todo a tu paso
acariciando todo a tu paso
con
los amantes entregados
a esa pasión del momento,
a esa pasión del momento,
y
las caricias que a veces
nos dejan pálidos de tanto ardor.
nos dejan pálidos de tanto ardor.
En
las rocas el alcatraz encontró el camino
y
las gaviotas dejaron su bulla
para
arrullarse junto a tibios arenales
que
las adivinan volar.
Un
asomo tal vez,
las nostalgias se juntan…
las nostalgias se juntan…
La
sal de la vida nos encuentra desnudos,
afloran
versos con el cantar de las palmeras
sin
más paisaje que tus azules,
sin
más divisar que tu canto
envuelto
en mágicas olas
que
marchan al azar
cual
pavos en calor.
Han
dejado de caer lágrimas
para
adormecernos en la paz,
tan
bella y anhelada
parece un beso de las tuyas juntas,
parece un beso de las tuyas juntas,
y
tus aguas danzarinas deciden un descanso
en
ese vientre caprichoso.
Un
asomo de dulzuras parecen corretear,
una
casa tiene vida
y
el ermitaño decide cambiar de hogar.
¡Qué
hermoso y triste!
Así
vemos el mar en las tardes,
así
vislumbramos tu amor
lleno
de lágrimas de colores,
esperando
de los amantes una mirada
hacia
tus profundas aguas,
que
invitan una caricia a probar.
Mancebo lejano, mar azul:
Domina
el paisaje tu belleza
y
el sol contenido entre tus aguas parece suspirar
alborozado
en tus ricuras,
esperando
ver la luna pasar…
Me
entrego entonces a ese paisaje amado…
Escucho
tu divino cantar entre las rocas,
me
dejo llevar de la brisa soberbia y altanera,
si una
danza, o una orgía interna palpita.
Diviso
entre tu sombra a un navegante sobre una gran ola,
mis
brazos se pintan de mágicos espejos
que
bailan al son de las brisas venidas del norte
alegrando
el corazón.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
abril 11/13
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