lunes, 29 de abril de 2013

ANDERSON [12]


Canario criollo. Imagen: Liz Nayibe Àlvarez R.

 ANDERSON [12]

En esa tarde de grises silencios
el dolor era una llaga expuesta.


Me quedé con la sombra del sol y el viento
viendo sus verdes ojos en lúgubre aposento.

Comprendió que fue una despedida
pues no declamó ni un ave en la semana,
no hubo jilguero que cantara
en las esmeraldas de las ramas
mientras veía desde la ventana,
cómo la rosa vieja se desnudaba
y los azotes del dolor la desvanecían.

Soy un canario de doradas alas,
mi cabello me encontró danzando,
y volé… volé tan lejos,
pero mi amor le llevé hasta su estancia,
con pequeños saltos que advertían
que ya mi vida no era del dolor,

y canté, canté sin cansancio para ti,
pero al abrir mis alas, ya no estaba,
en mi reemplazo quedó una flor.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 29/13

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