CIERTO
DÍA [55]
En mi jardín de índigos vestido
te advertí siendo pasajero,
hermoso
navegante...
Sobre un rosal bendito de manos doradas
te vi susurrar miles de besos en otros picos,
y volar hacia otros Lares.
Te descubrí también bajo la lluvia
eras un trozo de cielo en nuestras manos,
y sus ojos verdes esmeralda te veían
cual doncella de amores prendada,
alabando a Dios en cada madrugada.
Y en ese ayer que creí olvidado
ha retornado a mi hoy la candidez de tu rostro;
renovaron tus plumas en otro tiempo,
tu cantar lejano me llenó de melancolía
al saber que junto a mi madre sonreímos,
y su trinar fue un ánfora de lluvia,
cierto
día…
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, marzo 15/13
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