sábado, 9 de febrero de 2013

AYER [66]


Máquina de coser antigua.

AYER [66]

Ayer no regresará, y mañana,  ¿llegará?
Viviendo un sueño, sólo eso,
siendo mariposas desnudas de la noche
ausentes de la vida real, y no les importa.


Añejas en caricias todo lo entregan
y en esa ilusión se desvanece la belleza,
en ese atajo del camino se enredan
hasta ser  niñas soñadoras
que se dejan llevar de las brisas del momento,
por tan sólo una ilusión que se esfuma entre los dedos
como sus miles de caricias,

que  valen un poco de dinero.

Ayer, cuando mi reloj marcó las 3:25 am,
ya te habías ido, el balbuceo de niña terminó,
las oraciones callaron y el silencio ocupó tu lugar…


Una banca nos recuerda esa ilusión pasajera
y seguimos atontados,

creyendo que todo es para siempre.

Ayer brotó una flor, miles murieron…
La madre tierra permanece, la lluvia, los luceros,
las cambiantes primaveras, los otoños y veranos
que llenarán el mundo de verdes esperanzas,
donde ayer alegrías muchas se robó la tarde,
para dejar viejos recuerdos,

que marchan tan aprisa
como la belleza,

y la vida que soñamos tener.

¿En dónde quedaron las princesas de ayer?
No hay belleza que dure más de 15 inviernos
ni hay dolor que resista tantos veranos,
no hay alegría que no se espere con espinas
ni llanto que no se enjugue con sonrisas.

¿Vano es vivir?
He soñado que existo, pero no sé qué soy…
Algo anima dentro de mi traje desteñido
me incita a cantar y escuchar la voz de los guaduales,
descubriendo en los atardeceres,

que los que trinaban una madrugada,
han marchado, ni una pluma han dejado, ¡todo se ha ido!…


Entonces, menos turbada que ayer, acepto mi destino,
me dejo llevar, sólo ser, sin afanes.
Todo viene  pasa tan veloz,

es una ráfaga de viento
que mueve la cabellera con su aliento.

Alguien verá un huerto lleno de flores;
no seré yo, será otro soñador que tiene alas para volar
y pensamientos, para grabar en el tiempo

que todo es un cantar
melodía de un momento,

que dejará de sonar a su debido tiempo.

Pero no fue ayer,
mi hoy es lo que importa ahora
y seguiré soñando que existo.


Soy puntada sobre puntada,

en una máquina vieja de coser. 


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 8/13






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